Don Carlos Alberto Palomeque lleva 29 años siendo ferroviario en el tren de carga Norpatagónico, es el conductor activo más antiguo en el Valle. Transportó uno de los últimos trenes de pasajeros de Zapala a Neuquén en 1993, conocido como la Estrella del Valle.

Era un viernes a las 8 de la mañana cuando Alberto me llamó y me dijo “en 20 minutos llego a Stefenelli, esperame allá y realizamos la entrevista”. Me preparé y salí en mi bicicleta, tenía al menos 10 minutos de trayecto. Cuando llegué a la estación, Alberto me recibió con una sonrisa e indicó: “ahora tengo que salir de nuevo pero subí al tren y mientras trabajo, me vas preguntando”. El trato era siempre rápido y amable.
Al entrar a la cabina lo primero que te sorprende es la acústica. Te invade el ruido de la bocina anunciando que el tren va a salir, el aire de los frenos descomprimiéndose resuena en todo el pequeño espacio y el típico sonido de handy se presenta cada vez que el conductor intercambia mensajes con su ayudante u otras estaciones. El ruido de fricción entre las vías y el tren es constante, sigue una rítmica casi perfecta.
La cabina está equipada con dos asientos, una caja de interruptores y palancas de conducción, calefacción, calentador para el equipo de mate, un balde con elementos de limpieza, equipo de primeros auxilios, entre otras cosas. Pero lo más interesante son los bolsos de ropa y los paquetes de galletitas que delatan la cantidad de horas que pasan los maquinistas dentro de la cabina del tren.
¿Qué te llevó a trabajar como maquinista?
“Es gracioso porque siempre le tuve pánico a los trenes, de chiquito me ocasionaban temor. A los 23 años, mi papá me metió en la carrera de conducción y tenía tres opciones: ferrocarril, policía o ejército. Así que elegí conductor ferroviario, ya llevo casi 30 años en esto. Me gusta porque es una pasión, me volví fanático de los trenes y me estoy preparando para hacer un museo ferroviario cuando me retire, en Zapala.”

¿Cuándo comenzaste con la idea de crear un museo ferroviario?
“Con la idea del museo empecé hace muchísimos años, tengo arriba de cuarenta mil fotos y elementos ferroviarios ingleses que me acercaron compañeros cuando les conté sobre el proyecto. Además conseguí una locomotora vieja que está en Neuquén, la tenemos que restaurar y listo. Calculo que en dos años voy a estar terminando una parte. Quiero que sea en Zapala porque soy de allá pero además porque quiero que se recuerde a los viejos, a quienes hicieron el ferrocarril.”
¿Cómo fueron tus primeros años en esta profesión?
“Por cosas de la vida comencé de aspirante en Bahía Blanca y rendí entre los 20 mejores, luego agarré la clase de ayudante a conductor en Olavarría y después volví a Zapala, donde terminé de estudiar de maquinista. Trabajé 26 años y me fui a estudiar psicología laboral y supervisión. Después volví a esto y ya llevo unos cuantos años. Mi compañero, que se recibió conmigo se esta retirando ahora en La Tronchita, de Esquel.”
¿Qué otras funciones realizás además de conducir?
“Nosotros acá somos conductores y mecánicos provisorios, revisamos la locomotora, estamos capacitados para revisar niveles, agua, aceite, frenos del tren, etc. En cada relevo que hacemos tenemos que controlar que esté todo bien. Cuando te vas del tren controlás, cuando te subís también.”
¿Qué implica la profesión del ferroviario?
“No tenés horarios, no tenés cumpleaños, no tenés navidad. Tenés que salir en cualquier día y eso tiene implicancias familiares. Pasás más tiempo con tus compañeros, con los cuales hacés viajes largos y luego compartís habitaciones muchas veces. Además la responsabilidad de conducir una máquina de 125 toneladas, es bastante. La gente cree que vos podés parar y es una gran mole. Pero te repito, esto es una pasión.”
¿Dónde te hospedás cuando realizás el descanso entre localidades?
“Nosotros tenemos casas de alojamiento, las cuales están equipadas con todo lo que vos tenés en una casa, televisores, equipo de música, buenos dormitorios con sommier, heladera, etc. Hacemos un pequeño aporte y descansás. Hay veces que llegás a las casas y están ocupadas entonces tenés que compartir habitación pero como somos dos siempre los que vamos, tenemos lugar.”
¿Cuáles fueron los cambios que notaste durante estos años de profesión?
“Antes los viejos maquinistas eran muy rigurosos con la limpieza y el cuidado. Si no cumplías y estaba sucio, te sacaban y mandaban a otro ayudante. Nosotros hemos cambiado con las nuevas camadas pero se sigue enseñando que la máquina es una parte tuya que tenés que cuidar. Además, hace 10 años atrás, éramos 23 conductores en el Valle. Ahora somos 90 en total, 25 conductores y el resto ayudantes. Luego, con la privatización de Ferrocarriles Argentinos en los 90’ durante el mandato de Menem, pasamos ser parte de la empresa privada Ferrosur y las cosas cambiaron, muchos lugares quedaron perdidos. El último tren de pasajeros que corrió fue en el año 93 y lo traje yo de Zapala a Neuquén.”
¿Cómo fue ese día laboral?
“Ese día fue triste porque nosotros sabíamos que era el último tren que íbamos a correr. La estación y la gente no tenían noción de lo que iba a pasar que prácticamente se iba a cerrar el ferrocarril así que para nosotros, conductores, fue triste. Ese tren salía como Estrella del Valle, más conocido como 313. Fue el último servicio que hice de Zapala a Neuquén y después no salieron más. Me quedó trasladarme a Buenos Aires para seguir trabajando.”
¿Cuál fue el material más difícil que transportaste?
“Lo más complicado es cuando transportás metanol ya que puede explotar. El metanol no se ve, es inodoro, incoloro e insípido, si se cae al piso busca las cuencas de agua y genera contaminación. Nuestro transporte es mucho más seguro para estos elementos que un camión. Otro ejemplo, hace un par de años largos, cuando bajábamos con un tren de petróleo desde Plaza Huincul, nuestro tren corrió a más de 100 kilómetros y nos llevó un buen susto porque ese lugar es muy feo para viajar.”
El tren Norpatagónico es conocido también como Tren a Vaca Muerta ya que transporta insumos como arena de sílice y metanol para el realizado de fracking en la principal formación de Shale de Argentina, ubicada en Neuquén. Ambos insumos al ser inhalados, ingeridos o al entrar en contacto con la piel, son sumamente peligrosos para la salud y para el medio ambiente.
¿Con cuál gobierno creés que hubo mayor estabilidad laboral?
“En éste, con este ministro que tenemos de transporte. Nos dio mayor seguridad y además permitió la habilitación de nuevos ramales para que se comiencen a mover los trenes con pasajeros. Ojala el año que viene ya estén corriendo, como en Rufino, Mendoza o Córdoba.”
¿Se cumple el cupo laboral de género en esta profesión?
“En Buenos Aires hay mujeres conductores y acá con el Tren del Valle se está implementando de a poco, como cuidadoras de barreras. En Córdoba y en Santa Fe los talleres de repartición de trenes son la mayoría de mujeres. Está muy bueno. Antes el ambiente era muy machista.”
¿Qué implica el tren a nivel regional?
“Crecimiento. Proyectamos mucho, crecer para arriba, incluir nuevas localidades. Actualmente están recorriendo de 4 a 5 trenes cargados, a veces con arena y yeso, otras con alimento balanceado para Pollolin o con mercadería para la Anónima; y otros 4 o 5 vacíos.”
¿Dónde se puede estudiar para ser conductor en el Valle?
“En Neuquén tenemos dos cursos de conductores. Es una carrera casi universitaria porque entrás de aspirante, te capacitás durante 4 años arriba del tren con nosotros, después vas a la carrera de conductor y una vez que la tenés aprobada ya sos conductor. En Neuquén tenemos nuestra escuela del sindicato ferroviario La Fraternidad, tenemos muchos chicos adentro.”
Alberto recorre semanalmente las vías entre Neuquén y Río Negro. Cuando escuchemos las bocinas del tren sabremos que el último maquinista de Zapala está saludando desde la gran máquina de hierro.
